viernes, 26 de abril de 2013

MARIZEL ESTONLLO




EN LAS ORILLAS DEL MUNDO
“He sospechado a través de una vida que más de la mitad del hombre es su expresión. La expresión como salvación de la locura no sólo personal, sino de la enajenación, de la historia y del mundo. La expresión como salud del hombre y dando un paso más allá, la expresión como fruto en último término de esa capacidad... que no sabemos nombrar ni definir, la que llamamos para entendernos de algún modo como lo hacemos con tantas otras cosas, creación.”
Roberto Juarroz

Ahora y aquí donde contesta lo automático, comienza a gritar el silencio. En la ventana abierta al otoño, el escritor y sus fantasmas, el pensador, el artista, custodian el mundo. Allí, donde la tecnología falla, donde siempre va a fallar en su propio exceso, se hace indispensable y necesario preservar la tarea de los que desobstruyen el acontecimiento, creando el vacío.
Los que usan la memoria y el recuerdo, la imaginación fecunda, el pensamiento alumbrador y con la sensibilidad de lo húmedo, trazan la marca del espíritu, hacen la red y sostienen lo humano.

El sujeto actual acumula objetos, pretende una realidad integral sin velos ni símbolos, se petrifica en significados que desconocen su dimensión metafórica, acumula información, ignora la muerte, corre tras sí ajeno a su vida, pierde su historia, es sin pasado y sin el cuerpo otorgado por el lenguaje y el pensamiento. Él mismo es parte de una acumulación de sujetos que se han excluido del diálogo. Una multitud informe donde cada uno es numerado con un código de barras.

Disolución de lo particular en lo general, abolición de la diferencia en la serie.
La ciencia lo trata en el lugar de un objeto y él queda en una comodidad alojado bajo ese dominio que le quita responsabilidad, o sea poder responder y poder preguntarse por sus acciones, comprometerse con las mismas y -entendiendo a la palabra como una acción- hace extensiva su irresponsabilidad al campo de la misma, a su compromiso con ella, en definitiva de su propia ética.

El hiperrealismo como patología social dominante es también, como considera Baudrillard, un pensamiento mágico que confunde la palabra y la cosa, proceso destructivo en cuya raíz hay un hombre profundamente disconforme consigo mismo.

El esfuerzo tecnológico de reconversión del mundo encuentra su causa, esa íntima necesidad de negar la diversidad, mientras lo virtual y lo numérico representan la operación pura de un mundo expurgado de toda ilusión, es decir un mundo perfectamente ideal, técnicamente realizado.
De modo que, con respecto a la libertad, a la capacidad de vivir que es también la capacidad de producir fantasías y de crear, libertad que adviene originada por la certeza de la muerte, la conciencia de finitud, es decir por la aceptación y conciencia del límite y no por la negación del mismo como lo prefiere la época actual, vertiginosa, volátil, evitadora, dispersa, rápida, de zappings constantes y múltiples, en oposición a la lentitud que implica la memoria, el recuerdo, la historicidad, el sueño y el pensamiento.
Nos invaden síntomas: La falta de memoria que alcanza a personas de toda edad verificándose en desconcentración, olvido, dispersión cuando se pretende contar, relatar, describir, contar un re-cuerdo. Recordar, despertar lo que está dormido, volver a pasar por el corazón un hecho, episodio etc.
Recuerdo y olvido, funciones de la memoria humana y, junto a la inteligencia y la imaginación, capacidades de la mente humana en precipitada decadencia.

Entre esos síntomas, el insomnio es para los determinismos científicos de las neurociencias, la falta de un neurotransmisor o la disminución del mismo, disponiéndose de alta tecnología para medir exactamente la cantidad de sustancia de lo que se trate.

Un beso es traducido por un mecanismo de las endorfinas y el deseo humano sepultado en los escombros desde donde hace nacer la depresión como la manifestación misma de esa opresión.

Otro enorme negocio de los laboratorios que fabrican psicofármacos (antidepresivos, hipnóticos, ansiolíticos, ataques de pánico etc.)
Efectos como causa y negación fundamentales del espacio donde mora el sujeto humano con sus pasiones, sueños, deseos, miserias y grandezas. Sabemos también que desde siempre los hombres poseyeron el sueño de ser máquinas perfectas para mostrar que no tienen ningún determinismo interno que los haga actuar, ningún saber que ignoren poseer, ningún alma, o lo que se quiera, que exceda el propio control, entonces así de esta forma son todos inocentes, irresponsables, obsecuentes y dominados.
En la trampa quedan suicidios, psicosomáticas, lo no dicho del a-dicto, la arruga estirable hasta el paroxismo del fragor estético, las cirugías del patetismo y la terrible soledad de la incapacidad de amar proliferando como lo hacen las células cancerosas que repiten el mismo mensaje (ARN) generando células iguales y enfermas, que no cesan de multiplicarse.
Seres como productos desechables, igualmente solos y en el exceso de la tecnología de la comunicación, verdaderamente desvinculados entre sí. La depresión es entonces síntoma de un duelo que no conoce su objeto, o de un sujeto que no sabe nada de su propio deseo. También el de una tremenda tristeza sin bordes ni diques, un río donde nos vamos en el dolor.
El síntoma del aburrimiento empieza a desparramarse en el mundo globalizado. Se expande y crece a la par que se monta el mercado de la distracción, del consumo, de la huida, de la diversión con el artificio y las prótesis de la virtualidad; todo tipo de artificio, las fiestas electrónicas de la droga y la destrucción con el esponsoreo de las multinacionales más poderosas, sexo abundante en las pantallas, diversidad de pantallas para los “medios de comunicación”.

Destino que se empeña en extenuar el valor de la diferencia, paliar la angustia y lo insoportable que de lo humano es, su propia condición. La incertidumbre que nos constituye es vertida mediáticamente con certezas sobre todo lo que se quiera saber. Un saber totalitario e impositivo, universal en el escenario de la homogeneidad.

Advierte Baudrillard: el hombre no se soporta, no soporta su alteridad ni en sí mismo ni en el mundo.
Agonía del hombre que corre veloz y feroz hacia su muerte. El pensamiento siempre se exilia de si mismo.
¿Cómo permanecer escuchando el silencio, custodiando el misterio? ¿Cómo sostener el pensamiento abierto, conjetural, vivo, en el camino, existiendo en las orillas del mundo?

Bachelard coincide con los científicos del siglo XVIII en que la luz no puede ser sino materia o el atributo sensible de la materia; entonces, ¿Por qué la naturaleza no cambiaría también los cuerpos en luz y la luz en cuerpos?
Los cabalistas sostienen que el amar es transformar la piel en luz.
Entonces, en esta línea de pensamiento, intentando una ventana, una abertura vital, un reservorio de luz y aire, propongo "iluminar” un poco estas espesas tinieblas, generar espacio donde se pueda escuchar, escuchar esa presencia, esa luz, como dice el poeta Roberto Juarroz:
“En el hecho creador estamos en una presencia. Un poema es una presencia, un cuadro es una presencia, una música es una presencia y la ponemos por delante y la compartimos con los demás. Es la palabra que se junta con otra palabra y pone aquí algo que antes no estaba y que acompaña un poquito más la soledad. La soledad como decía Pichón Rivière, la soledad y la tristeza, que son inseparables del destino del hombre. Por eso a veces digo que la poesía es el mayor realismo posible. Por un lado aquella ruptura de la escala, el reconocimiento de lo real sin límites y por otro lado la pequeña creación de realidad inseparables del destino del hombre.”

Un poema es una obra, un poema es creación, es el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre,
“Pero no es un lugar donde puedas entrar
como si te asomaras a un refugio de arena que un soplo desmorona,
porque no es un depósito violado por las rapiñas del olvido,
ni un sueño de la muerte,
Sino solo el letargo de la llaga y del hambre agazapados... /
A veces basta un soplo/ y de repente se sobresalta el tiempo, se despereza el mundo,”
(de” Lo que fue, lo que no ha sido”, poema de Olga Orozco)

Los poetas, los pensadores saben vulnerar los pretendidos dominios del saber técnico, absoluto, no ignoran el dolor de existir, el que la ciencia más exacta y dura no pueden reparar

“A ti recurro, Arte de la Poesía
Que algo sabes de remedios,
Intentos de calmar el dolor mediante la Imaginación
y el Verbo
Es herida de terrible puñal.
Tráeme tus remedios Arte de la Poesía
Y haz por un instante que no sienta la herida.”
(Poema: “Melancolía de Jasón, hijo de Cleandro, poeta en Colmagene”, de Constantino Kavafis 595d.C, traducción, Horacio Castillo.)

Como oxígeno, como ozono fresco y reconstituyente, las palabras de los poetas, los testimonios expresivos de los artistas, indispensables para custodiar en el decir de Heidegger, la morada del ser, donde habita el hombre y de la cual los poetas y pensadores son sus cuidadores, ponen a resguardo la materia de los sueños y los misterios, esa Otra trama que nos constituye.
En esta época los espacios que habitamos en el movimiento y en el tiempo, se escurren en acciones simultáneas que desalojan al que pretende sentir–pensar–conocer de su propia temporalidad, de su propia cadencia y carencia.

Épocas donde el sí mismo parece soltarse como un resorte y dispararse:
Corremos-tomamos-comemos comidas rápidas- hablamos por celular mientras cruzamos calles- compramos- manejamos- miramos pantallas hipnotizados, capturados por imágenes en sitios múltiples- caminamos- manejamos- compramos tecleamos- fotografiamos-amamos virtualmente y no soñamos... si es que dormimos... y estiramos y engrosamos compulsivamente los músculos en los gimnasios de la aceleración y no re-flexionamos los músculos de la mente, ni respiramos con el alma.

Los signos del lenguaje informático han reemplazado las conversaciones cotidianas. Números, cálculos, códigos en números, no hay representación de subjetividades ni de sentimientos.
El lenguaje informático se constituye con signos, por lo tanto a diferencia del lenguaje significante (sueño, chiste, lapsus), no produce causa, es un lenguaje de hierro.
La metáfora, paradigmática de lo humano, dimensión que busca liberar lo real que yace encorsetado en un sentido rígido y facilita su salida, pretende ser abolida.
Debajo de este cielo de angustia globalizado, el problema del aburrimiento y la depresión pueden ser de un peligro extremo.

“¿Para que sirven los versos si no es para esa noche
en que un puñal amargo nos averigua, para ese día,
para ese crepúsculo, para ese rincón roto
donde el golpeado corazón del hombre se dispone a morir?”
(Fragmento del poema “Oda a Federico García Lorca”, Pablo Neruda, del libro Residencia en la Tierra.)

Si la metáfora del universo es la entonación de varias metáforas, la voz del auténtico poeta puede ser la voz del universo, entonces la fuerte apariencia de verdad del arte es capaz de hacernos participar de lo absoluto.
Nunca estamos solos cuando leemos, cuando sabemos escuchar, cuando nos contactamos con la entrega que nos hace un artista, un poeta, su propio tesoro ahondado en palabras, en imágenes, en movimiento, en música, su inigualable canto, el brillo de su talento.
Si la verdad es una experiencia y cada uno debe intentarla por su cuenta y riesgo, los creadores nos dan información a través de sus creaciones de estas verdades, sus verdades, en el mismo acto creador, su fiel testimonio, único y singular, su propia creación.

“Llegó con tres heridas:
La del amor,
La de la muerte,
La de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor. “
“Las tres heridas”, Miguel Hernández, Poemas de Amor
Increíble sencillez, los tres sustantivos existenciales, su mutación en las tres estrofas, síntesis del destino humano en este pequeño–gran poema.

Cada poema, cada obra de arte, es por sí mismo.
Las obras de arte no están hechos con recetas, ni manuales, están hechos de invenciones que sólo sirven a su creador. Cada poema es único, cada creación es una unidad irreducible e irrepetible, como cada uno de nosotros. Por eso ante esta amenaza de tinieblas, ante el feroz atropello del vértigo tecnológico-científico-consumista-, en estas preservadas orillas del mundo, recordemos el significado de algunas palabras, por ejemplo: alumbrar: Dar a luz, / acompañar con luz a alguien.
La fuerza de este atributo sensible de la luz, el poder curativo del arte, la fuerza liberadora de la expresión, el pensamiento conjetural y abierto
Sepamos hacer para que ocurra algo extra-ordinario, propia definición del arte poética.
En las orillas del mundo..

“Entre la inmanencia y la trascendencia
la gran metáfora humana,
esa pausa abierta en el suspenso de la travesía”.


 
Marizel Estonllo - Poeta y psicoanalista
(de “Sigma electrónico” - Arte y Psicoanálisis)


2 comentarios:

  1. Maravilloso, profundo, inteligente y poetico texto. Te felicito admirado, Marizel. Masllorens

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