viernes, 26 de abril de 2013

MARIZEL ESTONLLO




EN LAS ORILLAS DEL MUNDO
“He sospechado a través de una vida que más de la mitad del hombre es su expresión. La expresión como salvación de la locura no sólo personal, sino de la enajenación, de la historia y del mundo. La expresión como salud del hombre y dando un paso más allá, la expresión como fruto en último término de esa capacidad... que no sabemos nombrar ni definir, la que llamamos para entendernos de algún modo como lo hacemos con tantas otras cosas, creación.”
Roberto Juarroz

Ahora y aquí donde contesta lo automático, comienza a gritar el silencio. En la ventana abierta al otoño, el escritor y sus fantasmas, el pensador, el artista, custodian el mundo. Allí, donde la tecnología falla, donde siempre va a fallar en su propio exceso, se hace indispensable y necesario preservar la tarea de los que desobstruyen el acontecimiento, creando el vacío.
Los que usan la memoria y el recuerdo, la imaginación fecunda, el pensamiento alumbrador y con la sensibilidad de lo húmedo, trazan la marca del espíritu, hacen la red y sostienen lo humano.

El sujeto actual acumula objetos, pretende una realidad integral sin velos ni símbolos, se petrifica en significados que desconocen su dimensión metafórica, acumula información, ignora la muerte, corre tras sí ajeno a su vida, pierde su historia, es sin pasado y sin el cuerpo otorgado por el lenguaje y el pensamiento. Él mismo es parte de una acumulación de sujetos que se han excluido del diálogo. Una multitud informe donde cada uno es numerado con un código de barras.

Disolución de lo particular en lo general, abolición de la diferencia en la serie.
La ciencia lo trata en el lugar de un objeto y él queda en una comodidad alojado bajo ese dominio que le quita responsabilidad, o sea poder responder y poder preguntarse por sus acciones, comprometerse con las mismas y -entendiendo a la palabra como una acción- hace extensiva su irresponsabilidad al campo de la misma, a su compromiso con ella, en definitiva de su propia ética.

El hiperrealismo como patología social dominante es también, como considera Baudrillard, un pensamiento mágico que confunde la palabra y la cosa, proceso destructivo en cuya raíz hay un hombre profundamente disconforme consigo mismo.

El esfuerzo tecnológico de reconversión del mundo encuentra su causa, esa íntima necesidad de negar la diversidad, mientras lo virtual y lo numérico representan la operación pura de un mundo expurgado de toda ilusión, es decir un mundo perfectamente ideal, técnicamente realizado.
De modo que, con respecto a la libertad, a la capacidad de vivir que es también la capacidad de producir fantasías y de crear, libertad que adviene originada por la certeza de la muerte, la conciencia de finitud, es decir por la aceptación y conciencia del límite y no por la negación del mismo como lo prefiere la época actual, vertiginosa, volátil, evitadora, dispersa, rápida, de zappings constantes y múltiples, en oposición a la lentitud que implica la memoria, el recuerdo, la historicidad, el sueño y el pensamiento.
Nos invaden síntomas: La falta de memoria que alcanza a personas de toda edad verificándose en desconcentración, olvido, dispersión cuando se pretende contar, relatar, describir, contar un re-cuerdo. Recordar, despertar lo que está dormido, volver a pasar por el corazón un hecho, episodio etc.
Recuerdo y olvido, funciones de la memoria humana y, junto a la inteligencia y la imaginación, capacidades de la mente humana en precipitada decadencia.

Entre esos síntomas, el insomnio es para los determinismos científicos de las neurociencias, la falta de un neurotransmisor o la disminución del mismo, disponiéndose de alta tecnología para medir exactamente la cantidad de sustancia de lo que se trate.

Un beso es traducido por un mecanismo de las endorfinas y el deseo humano sepultado en los escombros desde donde hace nacer la depresión como la manifestación misma de esa opresión.

Otro enorme negocio de los laboratorios que fabrican psicofármacos (antidepresivos, hipnóticos, ansiolíticos, ataques de pánico etc.)
Efectos como causa y negación fundamentales del espacio donde mora el sujeto humano con sus pasiones, sueños, deseos, miserias y grandezas. Sabemos también que desde siempre los hombres poseyeron el sueño de ser máquinas perfectas para mostrar que no tienen ningún determinismo interno que los haga actuar, ningún saber que ignoren poseer, ningún alma, o lo que se quiera, que exceda el propio control, entonces así de esta forma son todos inocentes, irresponsables, obsecuentes y dominados.
En la trampa quedan suicidios, psicosomáticas, lo no dicho del a-dicto, la arruga estirable hasta el paroxismo del fragor estético, las cirugías del patetismo y la terrible soledad de la incapacidad de amar proliferando como lo hacen las células cancerosas que repiten el mismo mensaje (ARN) generando células iguales y enfermas, que no cesan de multiplicarse.
Seres como productos desechables, igualmente solos y en el exceso de la tecnología de la comunicación, verdaderamente desvinculados entre sí. La depresión es entonces síntoma de un duelo que no conoce su objeto, o de un sujeto que no sabe nada de su propio deseo. También el de una tremenda tristeza sin bordes ni diques, un río donde nos vamos en el dolor.
El síntoma del aburrimiento empieza a desparramarse en el mundo globalizado. Se expande y crece a la par que se monta el mercado de la distracción, del consumo, de la huida, de la diversión con el artificio y las prótesis de la virtualidad; todo tipo de artificio, las fiestas electrónicas de la droga y la destrucción con el esponsoreo de las multinacionales más poderosas, sexo abundante en las pantallas, diversidad de pantallas para los “medios de comunicación”.

Destino que se empeña en extenuar el valor de la diferencia, paliar la angustia y lo insoportable que de lo humano es, su propia condición. La incertidumbre que nos constituye es vertida mediáticamente con certezas sobre todo lo que se quiera saber. Un saber totalitario e impositivo, universal en el escenario de la homogeneidad.

Advierte Baudrillard: el hombre no se soporta, no soporta su alteridad ni en sí mismo ni en el mundo.
Agonía del hombre que corre veloz y feroz hacia su muerte. El pensamiento siempre se exilia de si mismo.
¿Cómo permanecer escuchando el silencio, custodiando el misterio? ¿Cómo sostener el pensamiento abierto, conjetural, vivo, en el camino, existiendo en las orillas del mundo?

Bachelard coincide con los científicos del siglo XVIII en que la luz no puede ser sino materia o el atributo sensible de la materia; entonces, ¿Por qué la naturaleza no cambiaría también los cuerpos en luz y la luz en cuerpos?
Los cabalistas sostienen que el amar es transformar la piel en luz.
Entonces, en esta línea de pensamiento, intentando una ventana, una abertura vital, un reservorio de luz y aire, propongo "iluminar” un poco estas espesas tinieblas, generar espacio donde se pueda escuchar, escuchar esa presencia, esa luz, como dice el poeta Roberto Juarroz:
“En el hecho creador estamos en una presencia. Un poema es una presencia, un cuadro es una presencia, una música es una presencia y la ponemos por delante y la compartimos con los demás. Es la palabra que se junta con otra palabra y pone aquí algo que antes no estaba y que acompaña un poquito más la soledad. La soledad como decía Pichón Rivière, la soledad y la tristeza, que son inseparables del destino del hombre. Por eso a veces digo que la poesía es el mayor realismo posible. Por un lado aquella ruptura de la escala, el reconocimiento de lo real sin límites y por otro lado la pequeña creación de realidad inseparables del destino del hombre.”

Un poema es una obra, un poema es creación, es el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre,
“Pero no es un lugar donde puedas entrar
como si te asomaras a un refugio de arena que un soplo desmorona,
porque no es un depósito violado por las rapiñas del olvido,
ni un sueño de la muerte,
Sino solo el letargo de la llaga y del hambre agazapados... /
A veces basta un soplo/ y de repente se sobresalta el tiempo, se despereza el mundo,”
(de” Lo que fue, lo que no ha sido”, poema de Olga Orozco)

Los poetas, los pensadores saben vulnerar los pretendidos dominios del saber técnico, absoluto, no ignoran el dolor de existir, el que la ciencia más exacta y dura no pueden reparar

“A ti recurro, Arte de la Poesía
Que algo sabes de remedios,
Intentos de calmar el dolor mediante la Imaginación
y el Verbo
Es herida de terrible puñal.
Tráeme tus remedios Arte de la Poesía
Y haz por un instante que no sienta la herida.”
(Poema: “Melancolía de Jasón, hijo de Cleandro, poeta en Colmagene”, de Constantino Kavafis 595d.C, traducción, Horacio Castillo.)

Como oxígeno, como ozono fresco y reconstituyente, las palabras de los poetas, los testimonios expresivos de los artistas, indispensables para custodiar en el decir de Heidegger, la morada del ser, donde habita el hombre y de la cual los poetas y pensadores son sus cuidadores, ponen a resguardo la materia de los sueños y los misterios, esa Otra trama que nos constituye.
En esta época los espacios que habitamos en el movimiento y en el tiempo, se escurren en acciones simultáneas que desalojan al que pretende sentir–pensar–conocer de su propia temporalidad, de su propia cadencia y carencia.

Épocas donde el sí mismo parece soltarse como un resorte y dispararse:
Corremos-tomamos-comemos comidas rápidas- hablamos por celular mientras cruzamos calles- compramos- manejamos- miramos pantallas hipnotizados, capturados por imágenes en sitios múltiples- caminamos- manejamos- compramos tecleamos- fotografiamos-amamos virtualmente y no soñamos... si es que dormimos... y estiramos y engrosamos compulsivamente los músculos en los gimnasios de la aceleración y no re-flexionamos los músculos de la mente, ni respiramos con el alma.

Los signos del lenguaje informático han reemplazado las conversaciones cotidianas. Números, cálculos, códigos en números, no hay representación de subjetividades ni de sentimientos.
El lenguaje informático se constituye con signos, por lo tanto a diferencia del lenguaje significante (sueño, chiste, lapsus), no produce causa, es un lenguaje de hierro.
La metáfora, paradigmática de lo humano, dimensión que busca liberar lo real que yace encorsetado en un sentido rígido y facilita su salida, pretende ser abolida.
Debajo de este cielo de angustia globalizado, el problema del aburrimiento y la depresión pueden ser de un peligro extremo.

“¿Para que sirven los versos si no es para esa noche
en que un puñal amargo nos averigua, para ese día,
para ese crepúsculo, para ese rincón roto
donde el golpeado corazón del hombre se dispone a morir?”
(Fragmento del poema “Oda a Federico García Lorca”, Pablo Neruda, del libro Residencia en la Tierra.)

Si la metáfora del universo es la entonación de varias metáforas, la voz del auténtico poeta puede ser la voz del universo, entonces la fuerte apariencia de verdad del arte es capaz de hacernos participar de lo absoluto.
Nunca estamos solos cuando leemos, cuando sabemos escuchar, cuando nos contactamos con la entrega que nos hace un artista, un poeta, su propio tesoro ahondado en palabras, en imágenes, en movimiento, en música, su inigualable canto, el brillo de su talento.
Si la verdad es una experiencia y cada uno debe intentarla por su cuenta y riesgo, los creadores nos dan información a través de sus creaciones de estas verdades, sus verdades, en el mismo acto creador, su fiel testimonio, único y singular, su propia creación.

“Llegó con tres heridas:
La del amor,
La de la muerte,
La de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor. “
“Las tres heridas”, Miguel Hernández, Poemas de Amor
Increíble sencillez, los tres sustantivos existenciales, su mutación en las tres estrofas, síntesis del destino humano en este pequeño–gran poema.

Cada poema, cada obra de arte, es por sí mismo.
Las obras de arte no están hechos con recetas, ni manuales, están hechos de invenciones que sólo sirven a su creador. Cada poema es único, cada creación es una unidad irreducible e irrepetible, como cada uno de nosotros. Por eso ante esta amenaza de tinieblas, ante el feroz atropello del vértigo tecnológico-científico-consumista-, en estas preservadas orillas del mundo, recordemos el significado de algunas palabras, por ejemplo: alumbrar: Dar a luz, / acompañar con luz a alguien.
La fuerza de este atributo sensible de la luz, el poder curativo del arte, la fuerza liberadora de la expresión, el pensamiento conjetural y abierto
Sepamos hacer para que ocurra algo extra-ordinario, propia definición del arte poética.
En las orillas del mundo..

“Entre la inmanencia y la trascendencia
la gran metáfora humana,
esa pausa abierta en el suspenso de la travesía”.


 
Marizel Estonllo - Poeta y psicoanalista
(de “Sigma electrónico” - Arte y Psicoanálisis)


miércoles, 17 de abril de 2013

LORCA - NERUDA




DISCURSO AL ALIMÓN

NERUDA: Señoras... 
LORCA: y señores: Existe en la fiesta de los toros una suerte llamada "toreo al alimón" en que dos toreros hurtan su cuerpo al toro cogidos de la misma capa.
N.: Federico y yo, amarrados por un alambre eléctrico, vamos a parear y a responder esta recepción muy decisiva. 
L.:  Es costumbre en estas reuniones que los poetas muestren su palabra viva, plata o madera, y saluden con su voz propia a sus compañeros y amigos.
N.: Pero nosotros vamos a establecer entre vosotros un muerto, un comensal viudo, oscuro en las tinieblas de una muerte más grande que otras muertes, viudo de la vida, de quien fuera en su hora marido deslumbrante. Nos vamos a esconder bajo su sombra ardiendo, vamos a repetir su
nombre hasta que su poder salte del olvido. 
L.:  Nosotros vamos, después de enviar nuestro abrazo con ternura de pingüino al delicado poeta Amado Villar, vamos a lanzar un gran hombre sobre el mantel, en la seguridad de que se han de romper las copas, han de saltar los tenedores, buscando el ojo que ellos ansían y un golpe de mar ha de manchar los manteles. Nosotros vamos a nombrar al poeta de América y de España: Rubén...
N.: Darío.Porque, señoras... 
L.: y señores... 
N.: Dónde está, en Buenos Aires, la plaza de Rubén, Daríó? 
L.: Dónde está la estatua de Rubén Darío? 
N.: El amaba los parques. Dónde está el parque Rubén Darío?
L.: Dónde está la tienda de rosas de Rubén Darío?
N.:  Dónde está el manzano y las manzanas de Rubén Darío? 
L.:  Dónde está la mano cortada de Rubén Darío? 
N.:  Dónde está el acento la resina, el cisne de Rubén Darío?
L.: Rubén Darío duerme en su "Nicaragua natal" bajo su espantoso león de marmolina,  como esos leones que los ricos ponen en los portales de sus casas.
N.:  Un león de botica, a él, fundador de leones, un león sin estrellas a quien dedicaba estrellas.
L.: Dio el rumor de la selva con un adjetivo, y como fray Luis de Granada, jefe de idioma, hizo signos estelares con el limón, y la pata de ciervo, y los moluscos llenos de terror e infinito: nos puso al mar con fragatas y sombras en las niñas de nuestros ojos y construyó un enorme paseo de Gin sobre la tarde más gris que ha tenido el cielo, y saludó de tú a tú el ábrego oscuro, todo pecho, como un poeta romántico, y puso la mano sobre el capitel corintio con una duda irónica y triste, de todas las épocas.
N.: Merece su nombre rojo recordarlo en sus direcciones esenciales con sus terribles dolores del corazón, su incertidumbre incandescente, su descenso a los hospitales del infierno, su subida a los castillos de la fama, sus atributos de poeta grande, desde entonces y para siempre e imprescindible.
L.: Como poeta español enseñó en España a los viejos maestros y a los niños, con un sentido de universalidad y de generosidad que hace falta en los poetas actuales. Enseñó a Valle Inclán y a Juan Ramón Jiménez, y a los hermanos Machado, y su voz fue agua y salitre, en el surco del venerable idioma. Desde Rodrigo Caro a los Argensolas o don Juan Arguijo no había tenido el español fiestas de palabras, choques de consonantes, luces y forma como en Rubén Darío. Desde el paisaje de Velázquez y la hoguera de Goya y desde la melancolía de Quevedo al culto color manzana de las payesas mallorquinas, Daríó paseó la tierra de España como su propia tierra.
N.: Lo trajo a Chile una marea, el mar caliente del Norte, y lo dejó allí el mar, abandonado en costa dura y dentada, y el océano lo golpeaba con espumas y campanas, y el viento negro de Valparaíso lo llenaba de sal sonora. Hagamos esta noche su estatua con el aire, atravesada por el humo y la voz y por las circunstancias, y por la vida, como ésta su poética magnífica, atravesada por sueños y sonidos. 
L.: Pero sobre esta estatua de aire yo quiero poner su sangre como un ramo de coral, agitado por la marea, sus nervios idénticos a la fotografía de un grupo de rayos, su cabeza de minotauro, donde la nieve gongorina es pintada por un vuelo de colibrís, sus ojos vagos y ausentes de millonario de lágrimas, y también sus defectos. Las estanterías comidas ya por los jaramagos, donde suenan vacíos de flauta, las botellas de coñac de su dramática embriaguez, y su mal gusto encantador, y sus ripios descarados que llenan de humanidad la muchedumbre de sus versos. Fuera de normas, formas y escuelas queda en pie la fecunda substancia de su gran poesía. 
N.: Federico García Lorca, español, y yo, chileno, declinamos la responsabilidad de esta noche de camaradas, hacia esa gran sombra que cantó más altamente que nosotros, y saludó con voz inusitada a la tierra argentina que pisamos. 
L.: Pablo Neruda, chileno, y yo, español, coincidimos en el idioma y en el gran poeta, nicaragüense, argentino, chileno y español, Rubén Darío.
N.: y L.: Por cuyo homenaje y gloria levantamos nuestro vaso. 

martes, 16 de abril de 2013

ALVARO MUTIS




DICE MUTIS

(Entrevista por Marta Rivera de la Cruz - Universidad Complutense)

Mutis habla del placer de leer, "soy un lector devorante", dice, y recuerda a los estudiantes que debe leerse únicamente por gusto: A lo que quiero llegar es que la lectura obligada es nefasta. A los jóvenes aquí presentes, nunca lean nada por obligación. Lean por placer, tengan una profunda sospecha -estoy hablando de Literatura, ¿eh?, no de química ni de trigonometría ni ninguno de esos horrores- si les aburre un libro, acuérdense de mí, por favor, ciérrenlo y no sigan leyendo, y si es posible tírenlo. Lean cuando sientan que el libro comienza a formar parte de ustedes, cuando sientan que se crea una compañía. Todo libro que no sea una compañía ya es sospechoso. A veces cuesta trabajo llegar a ese estatus, a esa situación... a mí me pasa con la poesía de Antonio Machado, que no me puedo mover de dónde vivo a ningún sitio sin llevar conmigo "Campos de Castilla". Claro que este es un caso extremo... Pero, repito, al comienzo es posible que haya... no sé, un proceso de conquista. Pero sepan que sin el placer de esa comunicación con el libro todo es inútil. Y a modo de anécdota cuenta cómo fue un profesor suyo del bachillerato "de cuyo nombre no quiero acordarme... vaya, creo que esta frase ya la dijo alguien..." quien durante años le arruinó la lectura de Galdós y de Cervantes a base de exámenes y resúmenes obligados de los textos, y tuvo que pasar mucho tiempo hasta que Mutis se enfrentó por cuenta propia con las novelas de Galdós "nunca he disfrutado tanto con un libro como cuando me sumergí en los Episodios Nacionales". También recuerda las circunstancias de su acercamiento a Cervantes: "El primer ejemplar de "El Quijote" que me dieron a leer estaba expurgado, había que leerlo por obligación y escribir no sé cuántas planas sobre cada capítulo. Fue un suplicio espantoso lo tuve que hacer y no encontré ningún placer ni pude ver la maravilla que tenía delante. En una ocasión, cuando me quedé en la hacienda de mi abuelo que después fue de mi madre durante unas larguísmas vacaciones me encontré un Quijote y empecé a leerlo, y pensé: este es libro más divertido y más extraordinario que ha habido; y me ocurrió algo que me pasa cada vez que lo leo: me reconozco a mí mismo, esa mitad de Quijote y de Sancho que tenemos adentro está ahí, presentado con una profundidad, con una gracia, con una intensidad que hacen de la lectura una maravilla".

Y además de la lectura por placer, porque para Mutis no hay otro modo de acercarse al libro, habla el autor de la necesidad de releer: "El haber leído una vez, casi siempre -y lo digo en forma terminante- no basta. La relectura da sorpresas extraordinarias. Pueden pasar dos cosas: el libro que nos llamó la atención y que nos acompañó durante un tiempo, de pronto se vuelve a leer y se piensa, pero bueno, qué veía yo en esto... Porque uno está llevando a esa lectura una experiencia propia. Y cambiamos muchísimo. En la vida cambiamos mucho y de una forma muy radical. Así que puede suceder que un libro, en una segunda lectura, no nos diga nada. Pero puede suceder al contrario, y ese es el regalo más grande que puede hacer, es decir, pero cómo no vi yo esto, qué maravilla, pero yo me acordaba mal de este libro. A mí me acaba de ocurrir con "Lord Jim", de J. Conrad, que es un autor que quiero mucho. Pues releí "Lord Jim" hace seis meses y pensé: yo debí haber leído otro libro, porque este es radicalmente distinto al que yo recordaba. La vida te va cargando de experiencias a través de las cuales estás viendo cosas que en un momento dado el autor puso en el libro y tú no podías ver ni percibir, te pasaron por encima.

La última recomendación que hace Mutis a los lectores es la de la paciencia: :"cualquier relación, sobre todo al comienzo, está hecha de extrañezas. Con los libros pasa igual que con las mujeres y con los amigos: hay que tener paciencia para llegar a entenderlos y a quererlos. Ninguna relación es fácil al principio", y cuenta ante un divertido auditorio que hace días estuvo a punto de desistir de la lectura de un biografía sobre San Luis Rey de Francia: "entonces empezó a trabajarme adentro una especie de remordimiento. Y me dije: "bueno, pero un momento... este señor, el autor, ha dedicado toda su vida a este trabajo... «por qué no le doy yo un poco de mi tiempo?. Y volví. Y volví y tuve el premio magnífico de que las páginas que me faltaban de aquel trabajo árido entraban en el santo, en el hombre,y lo describían maravillosamente"

Y si leer es un gran placer para Mutis, confiesa a todo el mundo que escribir no lo es tanto : Cuando escritores, colegas míos cuya obra admiro, me dicen que sienten un placer infinito al escribir, no es que no les crea... es que me cuesta un trabajo horrible imaginar eso. Para mí escribir es una lucha con el idioma. El pintor tiene un lienzo en blanco, y lo va llenando de colores. Pero el lienzo está en blanco, entregado a él totalmente, a lo que él haga. El músico tiene una gama de sonidos, una manera de aprovechar esos sonidos. En cambio, los escritores nos las tenemos que ver con las palabras, con las que hablamos con el peluquero, peleamos con el taxista, discutimos con el amigo, hacemos una vida diaria que gasta y desgasta las palabras. Y esas mismas palabras son las que tenemos que sentarnos a usar para darles un brillo, para darles eficacia, para que nos ayuden a que Maqroll el Gaviero no haga más burradas de las que normalmente hace. Entonces esas palabras, cuando se unen unas con otras en una forma inesperada toman un brillo especial, saltan y se escapan de esa cosa usual, gris cotidiana... Ahí está el sufrimiento: en buscar la otra palabra, la manera de usar algo que está gastado y usarlo como nuevo. Y a mí eso me hace sufrir y me parece un infierno

Dice que no abre nunca un libro suyo una vez publicado "porque cada vez que lo hago digo, pero, ¡por Dios!, pero cómo no me di cuenta de ésto, pero, ¡por Dios!, cómo este hombre no acabo yo de hacer el trazo de su destino, pero por qué soy tan perezoso, qué torpeza es esto, pero cómo una mujer va a contestar esto cuando está abrazada a un hombre ... Y Maqroll a veces me ha regañado... Un día, cuando estaba escribiendo la penúltima obra mía, "Abdul Bassur, soñador de navíos", me quedé dormido y desperté y casi les puedo decir que oí a Maqroll diciendo: "así no hablo yo". Bajé a las ocho de la mañana, vi la frase y tuve que reconocer: tiene toda la razón, así no habla él. Eso no es ningún placer.

Sin embargo, la compensación del escritor viene después, "el saber que me leen personas en España, en América latina y en otros países, pero fundamentalmente en España, para mí es la justificación del trabajo siniestro de escribir".

Un trabajo siniestro, dice, y al que, sin embargo, se ha dedicado en cuerpo y alma y siempre a través de muchas otras ocupaciones, porque Mutis ha sido relaciones públicas de una petrolera, ejecutivo de la industria cinematográfica y hasta actor de radio. Pero el trabajo de escritor, tan doloroso, tan poco placentero, gana al final la partida a todo lo demás.

Antes de empezar lo que será la entrevista con Espéculo me recuerda las palabras de Pavese, "laborare stanca, trabajar cansa", dice, pero, a pesar de eso, Mutis ha trabajado y ha escrito mucho desde que Zalamea Borda publicó sus primeros textos en el suplemento literario de "El Espectador", de Bogotá. Obra en prosa, obra en verso, ambas de igual hondura. Gravitando sobre toda la obra, el personaje de Maqroll el Gaviero, seguramente el último héroe de la literatura contemporánea, "una esencia individual que sobrevive en un mundo épico", en palabras de Guillermo Sheridan. Un aventurero y protagonista de novelas que nació, sin embargo, en un poema de "Los elementos del desastre". Álvaro Mutis, que escribe sus poesías como si fuesen relatos y sus narraciones como si fueran poemas, se escandaliza cuando alguien le habla de la muerte de la poesía: "La poesía no puede morirse nunca; se acabará el mundo, morirá el último hombre y seguirá existiendo". Porque Mutis, parafraseando a Cardoza y Aragón, sigue defendiendo a ultranza que la poesía es la única prueba completa de la existencia del hombre, el principio y el final de todas las palabras". Decía Álvaro Mutis, en entrevista con Gabriela Rábago, "la inmensa recompensa está en el poema". Como escribía en "Los elementos del desastre": "Cada poema invadiendo y desgarrando / la inmensa telaraña del hastío"


miércoles, 10 de abril de 2013

JEAN COCTEAU




RETRATOS-RECUERDOS (fragmento)

El poeta es exacto. La poesía es exactitud. Desde Baudelaire, el público ha comprendido, poco a poco, que la poesía es uno de los medios más insolentes de decir la verdad.
No existe arma de mayor precisión; y para defenderse, con una defensa instintiva, de la angustia de la exactitud y de las claridades reveladoras, se obstinan las gentes en confundir la poesía con la mentira, la viveza de espíritu con la paradoja.
¿Para qué referir una historia que no lleve en sí el peso inimitable de la verdad? ¿Para qué Memorias imaginarias, falsas anécdotas, frases que se equivocan de labios y recuerdos pintorescos? El peso muerto de la inexactitud abruma de fatiga.
Muy distinto es el haz de luz de un proyector, que se pasea por la superficie de esa noche acumulada detrás de cada uno de nosotros y que se detiene sobre un rostro, un acto o un lugar significativos, de forma que les dé el máximo de fuerza expresiva y de resurrección.

Un telón cae, un telón se levanta. La vida ha muerto, viva la vida! Ha muerto una época, que he vivido desde su comienzo intensamente, pero contra toda mi voluntad; mis antenas me anuncian que empieza una era nueva en la que entreveo la nobleza cuyos signos me agradan. Aprovecho unos minutos de entreacto para levantarme, descansar, volverme y pasear mi anteojo.

Un señor, cuya papel de cartas se embellece con profusión de lugares comunes grabados: Legión de Honor, Palmas Académicas, teléfono, telégrafo, me censura el empleo de lugares comunes que ruedan por todas partes. Yo enrojecería de vergüenza si el periodismo no me diera el ejemplo y el estilo frívolo que exige no comportase el uso de tales términos; unos, sin excusa; otros, magníficos, firmes en sus pedestales de mármol puro, verdaderas obras maestras de los siglos. ¿Nacieron alguna, vez? ¿Salieron, sin padre, del fondo de las excavaciones?
Un agricultor encuentra los brazos de la Venus de Milo. ¿A quién pertenecen? ¿A la Venus de Milo o al agricultor? Pertenecen al mito. Se abrazan al cuello de la poesía. Son serpientes blancas que tienen vida propia. ¡Qué delicia emplear los: «No obstante », "En resumen », «Por lo demás... », «Aparte de », «En una palabra »
que se ensamblan ellos solos como fragmentos de un puzzle!
Perdóname, lector. Compréndeme. Ayúdame. Juega conmigo. No te quedes en pie delante de mi mesa. Conviene escribir y leer juntos esta prosa con plantilla y por retazos.


lunes, 8 de abril de 2013

JOSEP VICENT MARQUÉS




EROTIZAR LA VIDA.

Descentralizar el coito del placer genital.
Reconstruir el coito como cópula.
Airear el sexo guardado en los genitales.
Honrar, sin embargo, tus genitales como una parte aceptada de tu cuerpo aceptado.
Desdramatizar los asuntos sexuales sin banalizarlos.
Aprender a jugar y aprender la importancia del juego.
Hacer el amor siempre que al menos dos personas quieran.
No hacer el amor cuando es otra cosa lo que se quiere hacer.
Hacerlo siempre con, nunca contra.
Separar el sexo de la procreación, pero también de la machada y de la resignación, de la agresividad, la competencia o la compensación de agravios.
Saber "técnicas sexuales", pero haberlas olvidado como se olvidan los libros que se aprenden bien.
No hacer de la masturbación un sucedáneo del intercambio.
No hacer del intercambio un sucedáneo de la masturbación.
Dinamitar la edad, el tiempo usurpado por el patriarca.
Hacer en la cama un lugar al humor y a la ternura.
Probar a hacer el amor para conocerse, pero también probar a conocerse para hacer el amor.
Olvidar para siempre las inhibiciones, los records.
No ser indiferente al acostarse o no, sin angustiarse por ello.
Inventar por el camino un nuevo lenguaje para hablar de esto llanamente, sin la alternancia de la pomposidad y la burla.


(Ilustración: Ricardo Carpani)

domingo, 7 de abril de 2013

ALVARO MUTIS





LOS TRABAJOS PERDIDOS

Por un oscuro túnel en donde se mezclan ciudades, olores, tapetes, iras y ríos, crece la planta del poema. Una seca y amarilla hoja prensada en las páginas de un libro olvidado, es el vano fruto que se ofrece.


La poesía substituye,
la palabra substituye,
el hombre substituye,
los vientos y las aguas substituyen…
la derrota se repite a través de los tiempos
¡ay, sin remedio!

Si matar los leones y alimentar las cebras, perseguir a los indios y acariciar mujeres en mugrientos solares, olvidar las comidas y dormir sobre las piedras… es la poesía, entonces ya está hecho el milagro y sobran las palabras.

…Pero si acaso el poema viene de otras regiones, si su música predica la evidencia de futuras miserias, entonces los dioses hacen el poema. No hay hombres para esta faena.

Cruzar el desierto cantando, con la arena triturada en los dientes y las uñas con sangre de monarcas, es el destino de los mejores, de los puros en el sueño y la vigilia.

Los días partidos por el pálido cuchillo de las horas, los días delgados como el manantial que brota de las minas, los días del poema… Cuánta vana y frágil materia preparan para las noches que cobija una lluvia insistente sobre el zinc de los trópicos. Hierbas del dolor.

Todo aquí muere lentamente, evidentemente, sin vergüenza: hasta los rieles del tren se entregan al óxido y marcan la tierra con infinita ira paralela y dorada.

La gracia de una danza que rigen escondidos instrumentos. La voz perdida en las pisadas, las pisadas perdidas en el polvo, el polvo perdido en la vasta noche de cálidas extensiones…, o solamente la gracia de la fresca madrugada que todo lo olvida. El puente del alba con sus dientes y sombras de agria leche.

Poesía: moneda inútil que paga pecados ajenos con falsas intenciones de dar a los hombres la esperanza. Comercio milenario de los prostíbulos.

Esperar el tiempo del poema es matar el deseo, aniquilar las ansias, entregarse a la estéril angustia… y, además, las palabras nos cubren de tal modo que no podemos ver lo mejor de la batalla cuando la bandera florece en los sangrientos muñones del príncipe. ¡Eternizad ese instante!

El metal blanco y certero que equilibra los pechos
de incógnitas mujeres
es el poema.
El amargo nudo que ahora a los ladrones de ganado cuando se acerca el alba
es el poema.
La duda entre las palabras vulgares, para decir pasiones innombrables y esconder la vergüenza
es el poema.
El cadáver hinchado y gris del sapo lapidado por los escolares
es el poema.
La caspa luminosa de los chacales
es el poema.

De nada vale que el poeta lo diga… el poema está hecho desde siempre. Viento solitario. Garra disecada y quebradiza de un ave poderosa y tranquila, vieja en edad y valerosa en su trance.

miércoles, 3 de abril de 2013

GIANNI SICARDI




EL POETA Y EL PESCADO

Se ha dicho que para el poeta es claro aquello que es oscuro para los otros. Yo creo que para el poeta es oscuro lo que es claro para todos. El poeta busca lo que todos ya han encontrado.
El hombre común da por sentado que hay cosas importantes y cosas fútiles, inútiles. El poeta no da nada por sentado; él no es un hombre de buen sentido. El poeta es alguien que no sabe, y desea saber, imperiosamente. No sabe qué cosas son importantes, está en estado de disponibilidad. Quizá descubra que algo de enorme trascendencia se produce cuando escucha la noche; quizá comprenda que la tierra no seguirá girando a menos que él encienda la lámpara del día; quizá decida ser un transeúnte por el filo de lo imposible; quizá cante la plegaria de la vida, quizá cante el salmo de la muerte; quizá detenga el sol para alimentar la fuente de las palabras ardientes; quizá ponga a rodar la piedra de la aventura; quizá rompa el cántaro de la leche natal del amor; quizá tome en sus manos el corazón profético de la amistad. Podrá hacer esto o aquello pero jamás dará nada por sentado, jamás será un hombre de buen sentido, porque para él es oscuro lo que es claro para todos.
El hombre común va al mercado y compra pescado. Se lo colocan en una bolsa de plástico y se lo envuelven con papel de diario. El poeta, camino de su casa, deshace el paquete, alisa la hoja de diario que ha sido arrugada en la pescadería, y encuentra la palabra "humedad". Y esto es bueno porque recién entonces -después de tanta búsqueda- descubre que es el llanto de Dios lo que humedece los cabellos de las víctimas inocentes. Esa misma mañana varios miles de personas han llevado a sus casas un pescado envuelto en una hoja de diario y no han logrado descubrir nada -sin embargo- acerca de la disposición de ánimo de Dios respecto a las víctimas inocentes. Este hallazgo refuerza en el poeta la idea de que no es conveniente dar por sentado que el pescado es lo importante y el envoltorio lo secundario.
Ahora bien, enterados de este hecho, algunos vecinos con pretensiones literarias han decidido que lo importante no es el pescado sino el envoltorio y han instituido la costumbre de leer cuidadosamente todo lo escrito en los envoltorios de sus compras. Ignoran que el poeta, unos días después, ha comprado una vez más pescado y ha vuelto a su casa con el paquete intacto, sin dirigir ni una mirada a esa hoja de diario. Es que en esa ocasión se ha dicho: un poema ronda mi cabeza, no es bueno que lea ahora el diario ya que esto ahuyentaría el perfume de esas palabras. Pero un vecino se cruza con él y advierte que no ha deshecho el envoltorio, y piensa: un holgazán, sin duda, tendría que estar leyendo esa hoja para encontrar la palabra necesaria para su trabajo, porque ahora todos sabemos que es más importante el envoltorio que el pescado.
Entre tanto, el poeta sigue su camino, oyendo sin escuchar, viendo sin mirar. Ha olvidado completamente lo que lleva en la mano. Está convencido de que ni el pescado ni su envoltorio tienen la menor importancia.


(Gentileza Aldo Luis Novelli)