DICE MUTIS
(Entrevista por Marta Rivera de la Cruz - Universidad Complutense)
Mutis habla del placer de leer, "soy un lector devorante", dice, y recuerda a los estudiantes que debe leerse únicamente por gusto: A lo que quiero llegar es que la lectura obligada es nefasta. A los jóvenes aquí presentes, nunca lean nada por obligación. Lean por placer, tengan una profunda sospecha -estoy hablando de Literatura, ¿eh?, no de química ni de trigonometría ni ninguno de esos horrores- si les aburre un libro, acuérdense de mí, por favor, ciérrenlo y no sigan leyendo, y si es posible tírenlo. Lean cuando sientan que el libro comienza a formar parte de ustedes, cuando sientan que se crea una compañía. Todo libro que no sea una compañía ya es sospechoso. A veces cuesta trabajo llegar a ese estatus, a esa situación... a mí me pasa con la poesía de Antonio Machado, que no me puedo mover de dónde vivo a ningún sitio sin llevar conmigo "Campos de Castilla". Claro que este es un caso extremo... Pero, repito, al comienzo es posible que haya... no sé, un proceso de conquista. Pero sepan que sin el placer de esa comunicación con el libro todo es inútil. Y a modo de anécdota cuenta cómo fue un profesor suyo del bachillerato "de cuyo nombre no quiero acordarme... vaya, creo que esta frase ya la dijo alguien..." quien durante años le arruinó la lectura de Galdós y de Cervantes a base de exámenes y resúmenes obligados de los textos, y tuvo que pasar mucho tiempo hasta que Mutis se enfrentó por cuenta propia con las novelas de Galdós "nunca he disfrutado tanto con un libro como cuando me sumergí en los Episodios Nacionales". También recuerda las circunstancias de su acercamiento a Cervantes: "El primer ejemplar de "El Quijote" que me dieron a leer estaba expurgado, había que leerlo por obligación y escribir no sé cuántas planas sobre cada capítulo. Fue un suplicio espantoso lo tuve que hacer y no encontré ningún placer ni pude ver la maravilla que tenía delante. En una ocasión, cuando me quedé en la hacienda de mi abuelo que después fue de mi madre durante unas larguísmas vacaciones me encontré un Quijote y empecé a leerlo, y pensé: este es libro más divertido y más extraordinario que ha habido; y me ocurrió algo que me pasa cada vez que lo leo: me reconozco a mí mismo, esa mitad de Quijote y de Sancho que tenemos adentro está ahí, presentado con una profundidad, con una gracia, con una intensidad que hacen de la lectura una maravilla".
Y además de la lectura por placer, porque para Mutis no hay otro modo de acercarse al libro, habla el autor de la necesidad de releer: "El haber leído una vez, casi siempre -y lo digo en forma terminante- no basta. La relectura da sorpresas extraordinarias. Pueden pasar dos cosas: el libro que nos llamó la atención y que nos acompañó durante un tiempo, de pronto se vuelve a leer y se piensa, pero bueno, qué veía yo en esto... Porque uno está llevando a esa lectura una experiencia propia. Y cambiamos muchísimo. En la vida cambiamos mucho y de una forma muy radical. Así que puede suceder que un libro, en una segunda lectura, no nos diga nada. Pero puede suceder al contrario, y ese es el regalo más grande que puede hacer, es decir, pero cómo no vi yo esto, qué maravilla, pero yo me acordaba mal de este libro. A mí me acaba de ocurrir con "Lord Jim", de J. Conrad, que es un autor que quiero mucho. Pues releí "Lord Jim" hace seis meses y pensé: yo debí haber leído otro libro, porque este es radicalmente distinto al que yo recordaba. La vida te va cargando de experiencias a través de las cuales estás viendo cosas que en un momento dado el autor puso en el libro y tú no podías ver ni percibir, te pasaron por encima.
La última recomendación que hace Mutis a los lectores es la de la paciencia: :"cualquier relación, sobre todo al comienzo, está hecha de extrañezas. Con los libros pasa igual que con las mujeres y con los amigos: hay que tener paciencia para llegar a entenderlos y a quererlos. Ninguna relación es fácil al principio", y cuenta ante un divertido auditorio que hace días estuvo a punto de desistir de la lectura de un biografía sobre San Luis Rey de Francia: "entonces empezó a trabajarme adentro una especie de remordimiento. Y me dije: "bueno, pero un momento... este señor, el autor, ha dedicado toda su vida a este trabajo... «por qué no le doy yo un poco de mi tiempo?. Y volví. Y volví y tuve el premio magnífico de que las páginas que me faltaban de aquel trabajo árido entraban en el santo, en el hombre,y lo describían maravillosamente"
Y si leer es un gran placer para Mutis, confiesa a todo el mundo que escribir no lo es tanto : Cuando escritores, colegas míos cuya obra admiro, me dicen que sienten un placer infinito al escribir, no es que no les crea... es que me cuesta un trabajo horrible imaginar eso. Para mí escribir es una lucha con el idioma. El pintor tiene un lienzo en blanco, y lo va llenando de colores. Pero el lienzo está en blanco, entregado a él totalmente, a lo que él haga. El músico tiene una gama de sonidos, una manera de aprovechar esos sonidos. En cambio, los escritores nos las tenemos que ver con las palabras, con las que hablamos con el peluquero, peleamos con el taxista, discutimos con el amigo, hacemos una vida diaria que gasta y desgasta las palabras. Y esas mismas palabras son las que tenemos que sentarnos a usar para darles un brillo, para darles eficacia, para que nos ayuden a que Maqroll el Gaviero no haga más burradas de las que normalmente hace. Entonces esas palabras, cuando se unen unas con otras en una forma inesperada toman un brillo especial, saltan y se escapan de esa cosa usual, gris cotidiana... Ahí está el sufrimiento: en buscar la otra palabra, la manera de usar algo que está gastado y usarlo como nuevo. Y a mí eso me hace sufrir y me parece un infierno
Dice que no abre nunca un libro suyo una vez publicado "porque cada vez que lo hago digo, pero, ¡por Dios!, pero cómo no me di cuenta de ésto, pero, ¡por Dios!, cómo este hombre no acabo yo de hacer el trazo de su destino, pero por qué soy tan perezoso, qué torpeza es esto, pero cómo una mujer va a contestar esto cuando está abrazada a un hombre ... Y Maqroll a veces me ha regañado... Un día, cuando estaba escribiendo la penúltima obra mía, "Abdul Bassur, soñador de navíos", me quedé dormido y desperté y casi les puedo decir que oí a Maqroll diciendo: "así no hablo yo". Bajé a las ocho de la mañana, vi la frase y tuve que reconocer: tiene toda la razón, así no habla él. Eso no es ningún placer.
Sin embargo, la compensación del escritor viene después, "el saber que me leen personas en España, en América latina y en otros países, pero fundamentalmente en España, para mí es la justificación del trabajo siniestro de escribir".
Un trabajo siniestro, dice, y al que, sin embargo, se ha dedicado en cuerpo y alma y siempre a través de muchas otras ocupaciones, porque Mutis ha sido relaciones públicas de una petrolera, ejecutivo de la industria cinematográfica y hasta actor de radio. Pero el trabajo de escritor, tan doloroso, tan poco placentero, gana al final la partida a todo lo demás.
Antes de empezar lo que será la entrevista con Espéculo me recuerda las palabras de Pavese, "laborare stanca, trabajar cansa", dice, pero, a pesar de eso, Mutis ha trabajado y ha escrito mucho desde que Zalamea Borda publicó sus primeros textos en el suplemento literario de "El Espectador", de Bogotá. Obra en prosa, obra en verso, ambas de igual hondura. Gravitando sobre toda la obra, el personaje de Maqroll el Gaviero, seguramente el último héroe de la literatura contemporánea, "una esencia individual que sobrevive en un mundo épico", en palabras de Guillermo Sheridan. Un aventurero y protagonista de novelas que nació, sin embargo, en un poema de "Los elementos del desastre". Álvaro Mutis, que escribe sus poesías como si fuesen relatos y sus narraciones como si fueran poemas, se escandaliza cuando alguien le habla de la muerte de la poesía: "La poesía no puede morirse nunca; se acabará el mundo, morirá el último hombre y seguirá existiendo". Porque Mutis, parafraseando a Cardoza y Aragón, sigue defendiendo a ultranza que la poesía es la única prueba completa de la existencia del hombre, el principio y el final de todas las palabras". Decía Álvaro Mutis, en entrevista con Gabriela Rábago, "la inmensa recompensa está en el poema". Como escribía en "Los elementos del desastre": "Cada poema invadiendo y desgarrando / la inmensa telaraña del hastío"
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