jueves, 17 de noviembre de 2022

UNA CARTA DE GIORGIO MORANDI A THELONIOUS MONK


 


El 21 de abril de 1961, Thelonious Monk actuó en un concierto en el Teatro Lirico de Milán. Por una afortunada coincidencia, el pintor italiano Giorgio Morandi estuvo presente. Así nació esta carta, que cuenta, con extraordinaria sensibilidad y profundidad, aquel distante encuentro entre dos grandes artistas:


Bolonia, 22 de abril de 1961

Estimado Monk Thelonious,

Tuve la oportunidad de escucharte anoche, gracias a una afortunada coincidencia totalmente inesperada. Estaba en Milán para ver algunas pinturas destinadas a una próxima exposición en Alemania, y fui el invitado de un amigo para presenciar tu concierto. A pesar de mi limitado conocimiento de este tipo de música, me impresionó el timbre musical, tan preciso, capaz de generar una melodía que recuerda la forma sólida del granito en las rocas de mis Apeninos.

Me senté muy cerca del escenario, y pude observar el movimiento de tus dedos extendidos como palitos en el teclado, que en lugar de moverse rápidamente marcaban el ritmo con una sorprendente economía de notas.

Pero las razones de esta carta vienen de algunas preguntas recientes, a las que tu música, de formas desconocidas para mí, parecen responder. La investigación artística siempre genera preguntas a las que, en algunos casos, sólo el autor puede dar una respuesta, y cuando esta respuesta no se genera desde dentro del propio idioma, escuchar ayer me confirma que puede venir desde fuera, cuando la expresión artística posee la misma fuerza.

Escribo acerca de la confianza que se puede producir con una persona desconocida que, en un momento particular de la vida, se percibe como un viejo amigo. Te lo explicaré mejor.

Llevo aproximadamente un mes trabajando, en mi casa en Grizzana, en una serie de paisajes en los que busco una nueva relación espacial y cromática entre los elementos de la composición. Así que, durante unos días, instalé el caballete en el jardín frente a los dos árboles desde los que se puede ver un destello de la casa en la parte trasera, pero me vi obligado a dejar rápidamente el lienzo en blanco después de haberme rendido varias veces.

Estaba pensando en la existencia de una técnica específica apta para traducir lo que quería hacer, es decir encontrar un signo capaz de expresar el significado que atribuimos a una palabra como pintura, o música en tu caso.

Entendí que esta pregunta nunca tiene razón para ser formulada, ya que la técnica es siempre una ocurrencia de una visión interior, y por lo tanto no hay forma de representar las cosas, sólo una forma de sentirlas, con la esperanza de que este sentimiento tenga un valor universal.

En general, se piensa que dado el modelo es posible obtener su forma, en un cierto estilo y no en otro, siguiendo las sugerencias en las que se desarrolla la historia anterior. Pero la técnica es un accidente, nunca un proyecto, ya que es precisamente el discurso artístico, el más verdadero y profundo, el que socava la relación entre nuestra mirada y la realidad cotidiana, anticipando el pensamiento del autor, y creando un gesto "hecho a medida".

Al borde de la realidad desnuda, la evidencia de cosas objetivas, la mirada de un artista puede permitirse un cierto grado de miopía, empujando su mirada hacia el espacio en el que el mundo que ya conocemos tiene una segunda vida, por lo que cada obra de arte no es nada mas que la posibilidad de tener otros ojos, de multiplicar una realidad ya no frente a nosotros, sino excavada de nuestra vida, en nuestro pequeño mundo de seres humanos.

Tu música, si me lo permites, Monk, tiene esta cualidad, capaz de captar la esencia de un discurso musical no tanto en la capacidad del autor para dar dignidad al instrumento, sino más bien en utilizarlo para ponerlo a un lado, dejando al sonido como único protagonista de la escena. La misma esencia que se renueva, como en Bach o en Mozart, cuyo arte es el de todos los tiempos, sobrevolando la civilización y la historia, a través de una utopía, lo exquisitamente humano.

Con renovada estima y gratitud

Tu George Morandi



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