* REPORTAJE
A JUAN JOSÉ CESELLI
ACB
- ¿Cómo se inició en el surrealismo?
JJC
- Para abreviar diré que a los 43 años cambié mi esquema de vida para
convertirme en poeta.
ACB
-¿Por qué a los 43 años?
JJC
- Porque desde la adolescencia no había vuelto a escribir poemas, hasta que a
esa edad, leyendo por primera vez a Neruda, surgió en mí la necesidad de
dedicarme de nuevo a la poesía.
ACB
-¿De modo que Neruda es el motivo por el cual actualmente escribe poemas?
JJC
- Gracias a Neruda y digo gracias porque le estaré siempre reconocido, retorné
a la poesía que había abandonado durante tantos años… Y no me arrepiento. Al
contrario, porque así fue como en el ´53 edité mi primer libro que la crítica
señaló como surrealista.
ACB
-¿Conocía el movimiento?
JJC
- No. Para mí constituyó una verdadera sorpresa esa etiqueta, porque ignoraba
completamente su existencia. Por aquel entonces sólo leía libros de filosofía y
ensayos científicos. En consecuencia, me puse a averiguar cuanto concernía al
surrealismo y comprobé con asombro que estaba identificado con él aun antes de
conocerlo.
ACB
-¿Quiere decir que sin saberlo el surrealismo guió su posición estética en la
realización de sus libros de poesía?
JJC
- Era inevitable. El surrealismo estaba en la atmósfera del mundo moderno,
razón por la que su influencia se encuentra claramente definida en dos etapas
que dividen el espíritu que imperó en la creación de mis obras. La primera, que
va de La otra cara de la luna hasta La sirena violada; y la segunda, que
comprende Violín María, El Paraíso desenterrado, que los escribí durante mi
permanencia en Francia, La misa tanguera y La Selva 4040, además de otros tres:
Poemas Jíbaros, Humor mágico y La dame sans merci, estos tres últimos inéditos
todavía.
ACB
-¿Cuántos años vivió en Francia?
JJC
- Del 56 al 61. En este último año regresé para ocuparme de la publicación de
Violín María que fue premiado por el Fondo Nacional de las Artes.
ACB
-¿Qué es entonces el surrealismo y por qué es usted surrealista?
JJC
- Pienso que se es surrealista del mismo modo que se nace poeta. O sea, se
"nace" surrealista. En cuanto a mí, fui, sin saberlo, como lo dije
antes, surrealista desde que tuve conciencia necesaria para pensar. Siempre me
fascinaron desde muy niño las frases insólitas o las cosas raras o mágicas,
como el carnaval, las flores, los pájaros, los fuegos de artificio. Quiero con
estas palabras subrayar que el surrealismo no es una retórica que se aprende
sino que constituye una posición natural del individuo frente a la vida. El
surrealismo busca el lado maravilloso de la existencia. Busca alcanzar y nacer
permanentemente en estado parecido, en cierta medida, al instante fugitivo que
se experimenta entre el sueño y la vigilia, en que lo real y lo sobrenatural se
confunden en una sola y misma cosa y todos los milagros parecen entonces
posibles. Por esta razón el surrealismo no es una mística con la que solamente
se busca practicar el arte por el arte o el arte "comprometido", en
el sentido que hoy se estila definir esta frase, sino que es una mística que
busca la unidad espiritual y material del hombre, es decir, que sus vísceras
participen de lo prodigioso tanto como su espíritu. Por eso el surrealismo cree
en la poesía. Porque es en la poesía en donde ambas cosas se dan con más
facilidad y ampliamente. Por eso, para el surrealista, la poesía no es
solamente la búsqueda de una belleza pura, ideal, no, sino la expresión del
hombre total, de su esencia, de todo lo que tiene de lógico y contradictorio,
de todo lo que tiene de conocido y desconocido, sea malo o bueno, feo o
hermoso. Es la unión de lo cotidiano y contingente con lo maravilloso, la
realidad con el arcano. Por lo cual me parece oportuno citar aquí la sentencia
con que inicio mi libro Violín María: "El milagro es la forma de hacer
visible el mundo invisible, del que está hecho el mundo visible". Esto
explica por qué el surrealismo no es una retórica sino una actitud frente a la
vida, y por qué son surrealistas, aunque no escriban versos, todos aquellos que
hacen de su existencia una aventura apasionante y milagrosa. Esto quiere decir
que el surrealismo siempre existió, y lo que hicieron André Breton y sus
compañeros fue codificar estos principios, poniendo al servicio de dicho fin
sus vidas y su entusiasmo. Muchos de ellos cayeron inmolados durante el camino.
En consecuencia me permito citar aquí, como homenaje, algunos nombres: René
Crevel, Antonin Artaud, Robert Desnos, André Frederique, René Daumal. Todos
estos poetas murieron trágicamente. Es una aclaración que hago para que se
tenga una idea del grado de exaltación y sufrimiento que todos ellos
padecieron. Aquel que sabe renunciar a los bienes sensuales, a la seguridad, al
confort, para quemarse como una antorcha viva en la prodigiosa aventura de lo
desconocido o en la auténtica creación, ésos fueron y seguirán siendo
surrealistas "avant la letrre", Swift o el propio Cervantes en su
vida y su obra.
ACB
-¿Piensa entonces que el surrealismo no es sólo un producto del mundo moderno?
JJC
- El surrealismo es un producto del mundo moderno pero también del pasado.
Siempre hemos vivido en un mundo surrealista. Toda la creación es un hecho
surrealista, sólo que la gente no lo admite. Constantemente nos encontramos
rodeados de hechos totalmente insólitos, imprevisibles, que las personas asumen
como algo lógico, por más ilógicos que sean, por la sola razón que acontecen. Y
esta atmósfera surrealista que nos rodea la ignoramos sistemáticamente por
temor, porque si aceptáramos que nos hallamos en medio del caos moriríamos de
espanto, un caos como muy bien lo puso en evidencia Breton al descubrir tal
como en realidad acaecían los acontecimientos que describe en Nadja, en El amor
loco o en Los vasos comunicantes. Asimismo, podemos citar a Kafka en América o
en El Castillo, a Dostoievski enLos hermanos Karamazov y tantos otros.
ACB
-¿Existe un arte surrealista y otro que no lo es?
JJC
- Todo arte auténtico es en sí surrealista. Los escritores, en general, sienten
pánico para lanzarse en el laberinto de la ilogicidad, el caos surrealista.
¿Quiere sin embargo nada más lógico que el Ulises de Joyce? Ni nada más
surrealista que el comportamiento de Ulises en la obra de Homero. No obstante
se empecinan en escribir obras saturadas de supuesta logicidad cronológica. Y
es allí cuando todo suena falso. Como en esas novelas de principios del siglo
que hoy nos parecen tan ingenuas, pongamos por ejemplo Marianela de Benito
Peréz Galdós o de la Condesa de Pardo Bazán y tantos otros. Por incongruentes,
el academicismo se desplomó de manera tan melancólica y total. Los grandes
artistas de todas las épocas jamás temieron lo inexplicable y crearon sus obras
plagadas de elementos y efectos surrealistas, como los pintores: el Caravaggio,
Velázquez, el Greco, y detengámonos aquí. Si queremos leer la más surrealista
de las obras, como es fácil comprobarlo hoy, inclusive por la influencia que
ejerció y por lo que los hombres hicieron en su nombre, es la Biblia, junto con
todos los relatos religiosos de las distintas creencias. ¿Quiere escenas más
surrealistas que las del Quijote, o las que relata el Dante y la misma Íliada
así como toda la pintura desde el arte rupestre hasta nuestros días, con genios
surrealistas como el de Leonardo, Miguel Angel con su Mosés, el Perseo de Cellini
y tantos otros? El gran aporte de los surrealistas modernos fue localizar ese
elemento mágico que se encuentra en toda obra de arte, que a la vez que mágico
es revulsivo, y codificarlo y llevarlo hasta sus máximas consecuencias, que a
veces llegaron a la incoherencia total, rayana en la locura, como por ejemplo
La Inmaculada Concepción que juntos escribieron Breton y Eluard.
ACB
- Hablemos ahora de alguno de sus libros. Por ejemplo “El paraíso
desenterrado”.
JJC
- Este libro, en verdad, representa un largo poema dividido en partes, cuyo fin
constituye el relato de una historia mítica de la caída del hombre que procura
rehabilitarse, como lo dice el título, “desenterrando el Paraíso”, osadía que
implica un desafío.
ACB
-¿Un desafío?
JJC
- Sí. La recuperación del bien perdido por medio del conocimiento y del amor,
como se lo encuentra en la página 14: “¿Qué historias son esas de la vida
eterna/nada hay más allá de ti y de mí/ven y mientras los demonios desentierran
el paraíso/nosotros seremos a la vez el infierno y la Gloria/nosotros seremos
la eternidad”.
ACB
- Es decir que usted pretende, por medio del diablo, que es la rebelión,
alcanzar la superación.
JJC
- La filosofía secreta de este libro sería la de bregar por la unión y
cooperación de los hombres entre sí, o sea, exaltar el sentimiento de equipo,
única fórmula con la que, llevada a sus últimas consecuencias, el hombre podrá
intentar luchar con alguna probabilidad de éxito con el gran misterio que
significa la vida, ese enigma que representa nacer y morir, como lo enuncia las
palabras del poema en la página 53 cuando dice: “La vida es el demonio del
orden luchando contra el Ángel del Caos. La Vida, conduciéndonos de uno a otro
infinito nos va uniendo secretamente a la inmortalidad”, o en la página 82:
“Acicalados como dos señores para el suicidio/juntos nos entregamos a nuestra
sed de incesto/sumergiéndonos en un sueño muy antiguo/en una maraña de
demoliciones/escombros de miel y ruinas descaradas/para morir y renacer/
diversificarnos y unificarnos/hasta alcanzar el ritmo del Universo/mientras la
Vida en la puerta está sentada/esperando”; o en la página 76: “sólo el pecado
puede darnos la sabiduría/amémonos ferozmente no importa cómo/es el instante
diabólico en que el Infinito se hace angustiosamente visible/las gaviotas
chillan a lo lejos/los susurros de los arbustos pasan velozmente a ras del
suelo/y huellas desconocidas aparecen en la playa/es la hora en que tus
cabellos cubren mis ojos/y el pecado se arrodilla a rezar”; o en la página 70:
“¡salvemos el pecado!/¡la maldición ha sido vencida”; o en la página 51: “pues
a su lado afrontaba el miedo, el sufrimiento y las torturas que me convertían
en un nuevo ser. (El verdadero pecado hubiera sido no atentar contra Dios). Fue
así como conocí el auténtico nombre de los demonios…
ACB
- Pero esa cruzada a favor del equipo no es nueva porque ya lo dijo Jesús:
“Amaos los unos a los otros”.
JJC
- Sí, pero mi prédica, aunque ontológicamente se base en dicha premisa, está
dirigida al mundo moderno, cuya cooperación entre los hombres ha desencadenado
la tecnología. O sea que el equipo, base de todas nuestras conquistas actuales,
inclusive la aportada por los hombres primitivos, son las que gracias a ellas
la humanidad llegó a ser lo que es hoy, y que representa, en definitiva, un
largo, azaroso y desordenado proceso de equipo. Una acumulación de
conocimientos que han ido aumentando y transmitiéndose de generación en
generación hasta distanciarnos completamente de la bestia.
ACB
-¿Es entonces “El paraíso desenterrado” una obra hermética?
JJC
- Hasta cierto punto. Aunque su significado no es indescifrable para todo aquel
que quiera leerla en profundidad y no se limite solamente a ver “imágenes” o lo
erótico sino la transitoriedad del yo, del bien y el mal sublimados, así como
sus valores estéticos, semánticos, sus alusiones psicológicas, filosóficas y,
especialmente, esta atmósfera religiosa basada en una suerte de satanismo
angélico, en esa perversión divinizadora (Página 63: “bienvenida sea la
abyección/que nos destruye/y nos reconstruye en tu reino”). Es decir, donde lo
malo se torna bueno porque es precisamente malo, ya que lo bueno es lo malo
divinizado (se llega a la pureza a través de lo corrupto) y lo simplemente
bueno es el caldo de los tibios, que ya fueron repudiados por la propia Biblia.
ACB
- Esa reversión de lo malo en lo bueno significaría entonces que lo malo es el
estado natural de todo lo que existe y lo bueno un subproducto pasajero.
JJC
- Lo digo justamente en la página 95: “El pecado es uno de los caminos hacia la
santidad”, o lo que yo llamo “la moral de las catástrofes”: un desequilibrio en
busca de su equilibrio. Porque el universo es eso: una gigantesca catástrofe
representada por una terrífica explosión: la actualización constante de lo
virtual, según Lupasco, o el universo en expansión según Eddington, como está
expresado en la página 38: “…la molicie corría entre los objetos más íntimos
con un extenuante sabor terrenal, que ella disipaba empujando con gesto liviano
los siglos para que todo cobrara alrededor nuestro la lujuriosa armonía de un
extenso cataclismo”.
ACB
- Es decir, lo malo que genera a la vez lo bueno, lo bello y lo perfecto. En
definitiva genera a Dios, confiriéndole a esta palabra el sentido del arcano
último.
JJC
- Y por lo cual Dios sería en sí mismo una catástrofe en acto (facultad que
obra) y por lo que la Belleza residiría justamente, como ya lo señaló
Baudelaire, en su poema “Una carroña”, en la tragedia de esa catástrofe
universal. Pensamiento avalado por el constante des-hacerse (re-hacerse) de la
materia y el morir y nacer de los seres.
ACB
- Entonces el Paraíso es el Paraíso porque no puede ser el Paraíso.
JJC
- Si. Nada “es” porque es, sino porque no puede ser. Y por consiguiente (como
el chorro de la fuente) todo no es más que una ilusión creada por el movimiento
constante: el Velo de Maya que ya nos adelantara la antigua filosofía hindú.
Resumiendo, que todo se halla en permanente estado de “actualización” sin
llegar jamás a consolidarse, porque nunca podrá consolidarse y todo debe ser
pasajero porque ser “pasajero” es la condición primordial para poder “ser”.
ACB
- Ceselli, expliquenos ahora por qué, no obstante cuanto acaba de expresar, la
primera impresión que causa su libro es la de una acentuada atmósfera erótica.
JJC
- Para definir con claridad la respuesta debo señalar, en primer término, que
no se trata de un erotismo de bajo nivel, puramente carnal, sino de un erotismo
metafísico, una pretensión de sacralizar el Eros, a veces paralela a la que
emplearon ciertos místicos, como San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús,
Jacob Boehme, entre otros, o como algunos místicos orientales para los que las
emociones componían una suerte de raptos inefables con los que, por medio del
amor (recordemos aquí el Shati de Laya Yoga que en la culminación del orgasmo
se comunicaba con Dios) unían sus almas en el éxtasis metafísico, el estilo de
John Donne y sus revelaciones de una inenarrable felicidad espiritual en la
Tierra. Y así como ellos, para dar más realismo y efusión a esa sublimación
metafísica, hablando de las “bodas del alma con el Ser Supremo”, o del
“matrimonio del espíritu con Dios”, así como de la “unión del amado con la
amada” y otras imágenes aparentemente sensuales y terrenales, yo me refiero a
la unión de los sexos para perpetuar la vida sublimada en el connubio del poeta
con la Poesía para trascender la materia grosera y elevarse hasta alcanzar la
infinitud.
ACB
-¿Hay más alusiones secretas o significaciones ocultas o implícitas?
JJC
- Sí. Y son referencias, sentidos, símbolos, alegorías que no están encubiertas
para quien tenga el interés en descubrirlos. Como por ejemplo en la página 94:
“¿quién puso en el mundo la maldad sino Dios?/él es nuestro enemigo y sólo
tenemos para combatirlo nuestros sacrificios secretos/nuestras fatigas
anónimas/actos de bondad que nadie conocerá jamás/Dios está escondido en el
vacío/y el cielo pende del Infinito como una ciruela de la rama/¿quién soy yo
entonces sino el aprisionado/el perdonado/el entregado?”
ACB
- Esas son palabras que se las puede calificar de herejías.
JJC
- En apariencia. Porque lo que verdaderamente se pone en evidencia es que sin
ese atentado el hombre sería todavía una partícula de mineral o un ser
inferior. Como lo señaló en mi otro libro “La Selva 4040”: “El hombre, al
conquistar el Amor, se alejó de la bestia tanto cuanto se acercó a Dios”. Sí.
Es un atentado, pero un atentado necesario que nos conduce por medio del dolor,
del sufrimiento, de las inenarrables vejaciones que diariamente padece la
criatura humana, a la ascensión, a un perfeccionamiento obligado a inexorable
de nuestra senda hacia la divinidad.
ACB
- O que, por consiguiente, sin lucha y sin dolor no hay superación.
JJC
- Indudablemente. Por dicha razón en otro libro que todavía está inédito digo:
“Dios no es más que una idea, pero una idea todopoderosa como Dios”.
ACB
- Tengo entonces entendido que "El paraíso desenterrado" como
"La Selva 4040" además de estar consagrados al amor, al erotismo, al
misterio de Dios y a la posición del hombre en la Tierra, poseen claves que
responden a la magia, a la alquimia e inclusive a los secretos del Tarot.
JJC
- Efectivamente. La sola lectura del índice de "El paraíso
desenterrado" indica que los cuatro primeros capítulos:Coagulación,
Fijación, Reducción y Sublimación, responden al proceso alquímico que se
utilizaba para la transformación de la materia vil en materia noble, tal como
lo concebían aquellos viejos sabios idealistas. Por el contrario, el quinto
capítulo, en lugar de estar señalado con el número 5, está encabezado con los
números 4+1, que representa a Dios, que si bien igualmente suman 5, en verdad
quieren significar que cuatro, es decir los cuatro elementos: el agua, el aire,
el fuego y la tierra, más 1, que representa a Dios, significa, de acuerdo a la
fórmula empleada en los tradicionales textos mágicos, el símbolo del Hombre.
ACB
-¿Y cuál es su conexión con el Tarot?
JJC
- Todo el libro responde en su espíritu al Tarot. Pero el último capítulo está
consagrado a él, porque está integrado por cinco poemas largos que, de acuerdo
a su presentación tipográfica, pretenden reflejar el pensamiento continuo de la
mente humana, en este caso la del poeta, respondiendo cada uno de estos poemas
a otras cartas del Tarot de Marsella cuyo significado secreto y agorero está
reservado solamente a la imaginación de aquellos que conocen el significado
mágico de estas caras que se usan para la adivinación.
ACB
- Pasando a otro tema, ¿usted cree que el poeta debe consustanciarse con la
realidad de su tiempo, comprometerse con los problemas sociales de su época?
JJC
-¿Cómo sería el mundo si no existieran los poetas? En un medio convulsionado
como lo es el presente, cercado de profecías apocalípticas, aunque también
enriquecido por grandes realizaciones que conmueven los cimientos de las más
arraigadas convicciones, la decisión de ser poeta parece constituir un acto
heroico o absurdo, un acto que, siendo por un lado una segregación resulta no
obstante también de entrega, ya que representa una suerte de sacerdocio, una
especie de flor salvaje en un baile de gala que alienta nada menos que la
pretensión de imponer la justicia por sobre todo los intereses, de decretar la
abolición del egoísmo para transformar la existencia de los hombres en un acto
de amor. Por eso el poeta es un ser eminentemente social, el oxígeno que
ensancha nuestras ansias de una vida mejor, el águila que por volar tan alto tiene
el privilegio de ver la aurora antes de que amanezca. Basta, por consiguiente,
la sola presencia del poeta en una sociedad para desempeñar en ella una función
catalítica, porque como todos esos seres que nacieron con la sangre enriquecida
por los glóbulos feroces de la insatisfacción y el apasionamiento, es un ser en
estado constante de transformación que transforma transformándose, el individuo
que basa su ética no en la domesticidad de las sombras solapadas, sino en las
peligrosas y tumultuosas transparencias de los huracanes en libertad.
ACB
-¿Y cuáles son esas relaciones entre los poetas y nuestra sociedad?
JJC
- Los poetas son ante todo hombres. Hombres que ríen o sufren, ciudadanos como
todos los otros que en la calle su silueta se confunde con todas las siluetas,
pero que dentro de su espíritu ha estallado un ángel: la rebelión contra la
estupidez y la maldad. Son seres que con sus espantosas voces pretenden decir
la verdad, que intentan aniquilar la desgracia hablando de la belleza, que
procuran justificarla vida poniéndola a cubierto del egoísmo, de la mugre, de
la miseria. Son seres hipersensibles que ante esas pizarras periodísticas
rodeadas de luces resplandecientes, de lujosas empleadas con la última falda a
la moda llevando sobre sus ojos el boato, el hechizo, el esplendor de sigilosos
encuentros en ostentosos hoteles donde el amor camina desnudo entre caricias y
deleites, ve en cambio fluir la sangre, caer la sangre, chorros de sangre y de
catástrofes, a hombres que aúllan de dolor, seres que nadie oye a pesar de que
se encuentran allí, metidos en una cifra, encerrados en el nombre de una
población, con sus horrendos gritos, con sus gestos terribles, sus miembros
mutilados, sus hijos muertos por la metralla, el hambre, los terremotos, la sequía…
ACB
- Ante tantas calamidades, ¿cómo reacciona el poeta?
JJC
- Padeciéndolas, angustiándose y toma su portafolios, lo abre y arrancando de
su estupor una frase la anota y se va a ahogar su inquietud en un café, en su
oficina o frente a un cliente que le propone la compra o venta de algo,
mientras el corazón sigue macerando palabras, esas palabras que luego
constituirán un verso que trata de encerrar entre sus sílabas el dolor, la
ilusión o el mendrugo de felicidad o de ternura que en un momento alumbró su
alma con el indescriptible milagro de la revelación.
ACB
-¿Y resulta suficiente esa actitud del poeta para cambiar el destino de una
sociedad?
JJC
- A veces sí, a veces no. Pero casi siempre sirve para preparar el cambio.
Digamos, por lo tanto, para terminar, que del mismo modo como el sueño torna
más intenso el amor, la poesía torna más intensa la vida, porque abarca desde
una brizna hasta los confines del infinito, porque crece tanto entre las rocas
como en los vendavales, palpita como un pájaro aprisionado entre las manos o
hace detener la angustia que golpea sobre los cristales de la ventana, y del
mismo modo como la vida constituye un equilibrio entre lo visible y lo
invisible, poesía es un equilibrio entre la belleza y el delirio, la presencia inesperada
del asombro, del misterio, de la divinidad. La poesía acelera el pulso de la
hierba cuando amanece, posee el temblor de las novias, el atractivo de los
cuartos donde duermen las doncellas, la melancolía de las vitrinas donde
deslumbrados se detienen los niños pobres a soñar.
ACB
-¿Qué representa entonces el medio social para el poeta?
JJC
- Como ya lo hemos señalado anteriormente, no queda más remedio que aceptar que
el bien es temporal y el mal eterno y que la vida es lucha, seducción, exorcismo,
una batalla desatada en el comienzo de cada aurora, una conquista perenne jamás
lograda pero siempre en marcha, constantemente actual, pero que no se da
reposo, que no se detiene como no se detiene el festín del óxido sobre la
vetusta reja del viejo solar. Y el poeta, signado por su inspiración impía y a
la vez santa, implacable como un violín de azufre, como una catarata de yodo,
como la dentadura incandescente de Satán, es el que elige su camino para
provocar una revolución que busca volcarse sobre sus semejantes como un grito
para darles a conocer los paisajes al rojo del delirio, de ese delirio que cada
poeta revela a su manera, porque poesía es revelación, es conjuro, el canto de
los pájaros y el aullido del lobo, una joya en llamas envuelta entre los tules
de lo cotidiano, la victoria ardiente en la palabra Libertad.
ACB
- Hablemos ahora más detalladamente de "La Selva 4040", ¿cuál sería
su motivación fundamental?
JJC
- Una suerte de confesión, el relato de vivencias felices y penosas de un
poeta, algo así como la descripción de su conjunto con la Poesía y, a veces,
con la desesperación. Por tales razones el libro comienza como un relato de
momentos mágicos para desembocar luego en la rebelión o la impotencia de la
muerte y el dolor, que lo llevan finalmente a la locura. Podría decirse también
que se trata de aventuras vividas al lado de una criatura totalmente
imaginaria, o el apasionado esfuerzo por poseer a la mismísima Poesía, ya que
ésta, si bien es irreal, o ilusoria, participa igualmente de lo material, o del
vivo, cuando actúa como algo existe, como algo que deja su impronta sobre las
cosas o penetra dentro de nosotros al cobrar la forma de una mujer que pasa, de
una ave que vuela, de un rayo de sol que se introduce disparatadamente en una habitación
donde todo es tristeza y muerte para poner una insólita nota de increíble
algarabía, de desconsiderado optimismo.
ACB
-¿A qué se debe que suerte de anarquía en las fechas que saltan de una época a
otra?
JJC
- Esa aparente arbitrariedad o desorden en el tiempo cronológico pretende dar
la sensación de que pasado, presente e inclusive futuro componen en la obra una
unidad donde el calendario no rige; por la cual se puede ir y venir dentro de
ese territorio como se va y se viene dentro de la memoria, o como cuando se
recorre una ciudad o se lee u hojea hacia el comienzo o hacia el final las
páginas de una novela.
ACB
- Diríamos entonces que en su libro usted dispone de la
"atemporalidad" de acuerdo a sus deseos?
JJC
- Trato de desarticular lo temporal y manejarlo, por lo menos con la
imaginación, libremente, trastocando momentos, lugares, estaciones, trayendo o
llevando las horas de un lado para otro, donde cada escena asumida, o por
asumir, puede proyectarse o vivirse como se desee.
ACB
- Una pretensión a la que desde los albores de la conciencia de la humanidad se
ha consagrado mucha gente, la punta entre la memoria y los presentimientos.
JJC
- Exactamente. De acuerdo con esta puja la memoria representaría uno de los
elementos fundamentales con los que está construido el Universo. Sin memoria
éste no podría existir, razón por la cual en la Eternidad la memoria, el tiempo
y el espacio se hallarían allí estacionados como los objetos de un vasto
almacén, pudiéndose disponer de ellos indiferentemente como unidades sueltas.
ACB
- La memoria sería por consiguiente el elemento básico de la "Selva
4040" incidiendo sobre las pasiones y los hechos cotidianos,
disponiéndolos a su arbitrio, así como lo hace también, digamos, con otras
entidades abstractas o físicas.
JJC
- Sí, porque allí se conjugan el amor, el tiempo, la muerte, el erotismo, así
como las enfermedades, apetencias, los sueños, los que representan en
determinados momentos, las maneras de expresarse de los distintos
"yo" que componen la personalidad de un solo individuo ya que, en
verdad, cada criatura humana constituye una infinita sucesión de
"yoes".
ACB
- Y que constituyen a la par las infinitas maneras como ante nuestros ojos se
nos presente la vida.
JJC
- Sin lugar a dudas. Por ello este libro ha sido compuesto teniendo como mira
la teoría de la "Segunda cara del Universo", que se menciona en una
ilustración que aparece en la primera página de la obra, pero también
refiriéndose a la constante división del Cosmos y de la existencia de los seres
en ramales de tres, que constituyen el último peldaño para alcanzar la unidad.
ACB
-¿Quiere decir lo que genéricamente llamamos trivios y en la religión "La
Trinidad"?
JJC
- Justamente. Porque así como cada uno de estos conjuntos que forman el
largo-ancho-alto, estaría también el espacio-tiempo-memoria. Y a pesar de que
parecerían estar indisolublemente unidos pueden, no obstante, ser
desarticulados y considerados por separado, de igual manera como ocurre con el
sentido total del mensaje que pretende ofrecer "La Selva 4040", que
en primera instancia podría desglosarse en tres temas fundamentales: los
"cernos", los recuerdos y un tercero más sigiloso que no escapará a
la sagacidad del lector. Aunque ahondando aún más esta primera interpretación
se hallarían otros "trivios": la rebelión, el delirio y el pretendido
connubio con la Poesía. Y así, sucesivamente, pues, ¿qué otros significados no
descubrirán en esas páginas aquellos que traten de leer entre líneas con los
ojos liberados de las "Fuerzas secretas"?
* (Reportaje
realizado por Alberto Claudio Blasetti y publicado originalmente en Scandalar,
Nueva York, Julio-Septiembre, 1981)
Fotografía: Juan José Ceselli entre Aldo Pellegrini y Francisco Madariaga
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