A PARTIR DE CERO (ENTREVISTA)
Enrique
Molina (1910 - 1997) ha sido uno de los autores latinoamericanos más destacados
del siglo. En esta entrevista que Javier Barreiro Cavestany y Fernando
Lostaunau sostuvieron con él en 1987, Molina conversa sobre su predilección por
los caminos de Baudelaire, el panorama cultural de los años cincuenta, el
sentido de las vanguardias, el surrealismo y la poesía Argentina moderna.
FL/JBC - En 1952 usted funda, con Aldo Pellegrini, la
revista A partir de cero. ¿A qué necesidades respondía ese proyecto?
EM - Yo creo que la aventura de A partir de cero fue
muy importante y, al mismo tiempo, bastante íntima, porque si bien en América
hubo influencias surrealistas, no hubo verdaderos grupos de acción. Excepto en
Chile: Mandrágora sí era más coherente y trataba de hacer intervenciones, como
la famosa anécdota de Braulio Arenas, que rompió el discurso de Neruda en un
teatro, y escándalos por el estilo. Antes, Pellegrini había fundado otra
publicación -Qué- con un matiz surrealista. Alrededor de ese proyecto nació un
entusiasmo que nos llevó a tener un contacto más profundo con los surrealistas.
Yo creo que ningún poeta puede dejar de querer al surrealismo. De algún modo es
la encarnación de un mito de la poesía, que perdura y le da un sentido muy
especial a la tarea del poeta. Porque no se trata de una escuela literaria,
sino de una concepción total del hombre y del universo: un humanismo poético,
en cuyo centro está el hombre, no la divinidad, proyectado hacia lo absoluto,
con todos los poderes implícitos en su condición.
FL/JBC -¿Dónde radicaba la novedad de la propuesta?
EM - No sé si podemos hablar de un nuevo sentido de
vanguardia. Porque si bien la vanguardia ya existía, en América, después del
modernismo, el ultraísmo y el creacionismo de Huidobro, había un sentido de
ruptura. Lo novedoso de nuestra propuesta quizás haya sido extremar ese sentido
de vanguardia. Porque no se trataba de una forma o concepción del hecho
poético, sino de la vida, del hombre, de los valores en juego: el poder del
inconsciente, de la escritura automática, de la identificación del amor, la libertad
y la poesía como única expresión válida. En fin, un sueño bastante prometeico
que se fue disolviendo solo. A diferencia de la mayoría de las revistas
literarias, que son como antologías sin un carácter muy definido, A partir de
cero tenía, o pretendía tener, un carácter más riguroso, con una toma de
partido ético y hasta ideológico. Nunca llegamos, por suerte, a tener un
sentido ortodoxo en relación al lenguaje.
Yo sigo creyendo en el surrealismo, pero no creo en la
cosa formal, que se ha transformado un poco en una retórica. Se imita la
escritura automática, la forma y las imágenes surreales, pero yo creo que el
poema es un campo cerrado, neto, de tensiones y de lucidez. No es una cosa
interminable, como sería la pretensión del automatismo. Además, si uno piensa,
los frutos literarios que ha dado no han sido grandes. Como hipótesis es
interesante, pero el inconsciente no es todo el hombre.
FL/JBC - Durante la sucesión de dictaduras que
constelaron la historia argentina, ¿cómo fue vivido el postulado surrealista
que proponía unir el "cambiar el mundo" marxista en el "cambiar
la vida" de Rimbaud?
EM - No había una actitud política uniforme, como en
el grupo francés, que participó con proclamas y declaraciones ideológicas, y
hasta con afiliaciones al Partido Comunista. O las relaciones de Breton con
Trotsky y las tomas de partido ante la cuestión argelina. Yo creo que la
Argentina ha sido siempre un país lleno de hechos surrealistas, pero nunca se
les adscribió un significado político.
FL/JBC - ¿En qué medida la figura de Lautréamont
incidió en ese movimiento poético?
EM - Creo que su influencia en el surrealismo fue
enorme: todo el poder de la imaginación, el poder blasfematorio, de liberación
absoluta, de belleza formal, y una metáfora completamente distinta. Pero en
realidad, no se le tuvo en cuenta como poeta rioplatense. Sí, claro, sentimos
el orgullo de su cercanía. Como ustedes saben, hay una hermosa traducción de
Pellegrini de Los Cantos de Maldoror y el psicoanalista Pichon-Riviére hizo una
serie de investigaciones sumamente interesantes, donde sugiere que el sitio de
Montevideo (durante la Guerra Grande) habría incidido en la formación de
Lautréamont. Está también Laforgue, otro franco-uruguayo, un poeta
importantísimo. Y sin embargo, en Argentina tampoco se le ha prestado demasiada
atención. Y eso que tenemos a Lugones, que es un poeta absolutamente
laforguiano.
Es curioso que haya poetas europeos, como Aimé Cesaire
y Saint-John Perse -nacidos en el Caribe, en los que sí se siente la fuerza del
trópico, el espacio americano, aunque escriben en francés. Y tal vez haya algo
en Lautréamont de haber sublimado en su obra la violencia de ese momento
tremendo de la historia rioplatense.
FL/JBC - Desde Las cosas y el delirio hasta Los
últimos soles vibra en su obra ese "estado de furor" expresado en uno
de sus poemas. ¿Cómo se cuida un poeta para no ser un corrupto?
EM - Yo creo que la poesía es una forma de vida.
Dentro de una sociedad siempre opresiva, de estructuras morales rígidas,
consumista, donde los únicos valores parecen ser los del poder, a través del
dinero y de las influencias políticas, el poeta persigue otra cosa: la
realización total del ser a través de la poesía. Y aunque ésta no tenga la
difusión que merece, va a llegar siempre a quien tenga que llegar. Aunque sea
el último ser, en el sitio más remoto, si la necesita, le va a llegar. Yo no he
tenido una vida rigurosa. De muchacho he navegado y vivido en varios lugares
del mundo. No sé muy bien de qué he vivido. Parecería que el poeta tuviese
siempre que disculparse, si trabaja o si tiene hijos. Como si tuviese que vivir
caminando por el techo, como las moscas. Además, uno ya está comprometido con
todo su ser en la poesía, más allá casi de la voluntad. Yo soy más bien
solitario, tímido. No he tenido una actuación pública. A veces le digo a mi
mujer que soy un desastre, porque no consigo capitalizar mi experiencia.
Siempre estoy a partir de cero, cometiendo los mismos errores.
FL/JBC - ¿Es acaso esa misma "torpeza" para
desenvolverse en la vida cotidiana lo que hace posible la dimensión poética?
EM - Puede ser. Aunque sea una sensación subjetiva,
vivo la vida con pasión. Creo que el poeta es alguien que tiene un sentimiento
exaltado de la existencia. Yo tengo un cierto pánico. Lo digo en un texto
("La bella pasajera") en el que la vida y la muerte no son poderes
enemigos. La condición humana es tan absurda, entre una nada y otra, y el
misterio de ese hecho. Por eso para mí, cada instante de la vida es un instante
de la muerte. Tengo ese sentido un poco animista del mundo. Para mi toda la
realidad parece un poco sacralizada. Por eso me gusta mucho el Brasil. Qué país
extraño. Tan violento, tan cruel, y sin embargo no existe el sentimiento de la
muerte. Hay una religiosidad muy particular. Pese al catolicismo oficial,
existe un imperialismo mágico brasileño que se está expandiendo por toda
Sudamérica: el culto Umbanda. Aquí, en Buenos Aires, está lleno de
terreiros…
FL/JBC - ¿Qué relación existe entre obra y experiencia
poética? ¿Son inseparables?
EM - Yo siento que hay ciertos poetas que acentúan el
aspecto intelectual de la poesía. De manera lúcida, despojada, casi totalmente
mental. La Argentina, específicamente, ha dado ese intelectualismo que no hay
en otros países de América. Podría hablar de Juarroz, de Girri, del mismo
Borges. No es el caso de Lugones, creo que Lugones es más animalesco. Tiene otra
fuerza. No se pone tan lúcidamente sobre el concepto.
De todos modos considero que la poesía
no tiene que dividir al hombre en intelectual o inconsciente, sino conservar la
integridad del ser. La poesía tiene que nacer, no de ideas intelectuales sino
de vivencias profundas.
Volviendo sobre la escritura automática, a veces me
parece que es una bella aventura en el lenguaje, pero fuera de las circunstancias
existenciales del poeta. Hay dos caminos en la poesía: uno es Baudelaire y el
otro es Mallarmé.
FL/JBC - ¿Y usted con cuál se identifica?
EM - Con Baudelaire, naturalmente.
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