DISCURSO
DE ACEPTACIÓN DEL PREMIO NOBEL -1949-
"Creo
que este honor no se confiere a mi persona sino a mi obra, la obra de toda una
vida en la agonía y vicisitudes del espíritu humano, no por gloria ni en
absoluto por lucro sino por crear de los elementos del espíritu humano algo que
no existía. De manera que esta distinción es mía solo en calidad de depósito.
No será difícil encontrar, para la parte monetaria que entraña, un destino
acorde con los elevados propósitos de su origen.
Pero
también me gustaría hacer lo mismo con el renombre, aprovechando este momento
como pináculo desde el cual me escuchen los hombres y mujeres jóvenes que se
dedican a la misma lucha y afanes entre los cuales ya hay uno que algún día se
parará aquí donde yo estoy.
Nuestra
tragedia actual es un temor general en todo el mundo, sufrido por tan largo
tiempo que ya hemos aprendido a soportarlo. Ya no existen problemas del
espíritu; sólo queda esta interrogante: ¿Cuándo estallaré? A causa de ella, el
escritor o escritora joven de hoy ha olvidado los problemas de los sentimientos
contradictorios del corazón humano, que por sí solos pueden ser tema de buena
literatura, ya que únicamente sobre ellos vale la pena de escribir y justifican
la agonía y los afanes.
Ese
escritor joven debe compenetrarse nuevamente de ellos. Aprender que la máxima
debilidad es sentirse temeroso; y después de aprenderlo olvidar ese temor para
siempre, no dejar lugar en su arsenal de escritor sino para las antiguas
verdades y realidades del corazón, las eternas verdades universales sin las
cuales toda historia es efímera y predestinada al fracaso: amor y honor, piedad
y orgullo, compasión y sacrificio.
Mientras
no lo haga así continuará trabajando bajo una maldición. No escribirá de amor
sino de sensualidad, de derrotas en que nadie pierde nada de valor, de
victorias sin esperanzas y, lo peor de todo, sin piedad ni compasión. Sus penas
no serán penas universales y no dejarán huella. No escribirá acerca del corazón
sino de las glándulas.
Mientras
no capte de nuevo estas cosas, continuará escribiendo como si estuviera entre
los hombres sólo observando el fin de la Humanidad. Yo rehúso aceptar el fin de
la Humanidad.
Es
fácil decir que el hombre es inmortal porque perdurará; que cuando haya sonado
la última clarinada de la destrucción y su eco se haya apagado entre las
últimas rocas inservibles que deja la marea y que enrojecen los rayos del
crepúsculo, aun entonces se escuchará otro sonido: el de su voz débil e
inextinguible todavía hablando.
También
me niego a aceptar esto.
Creo
que el hombre no perdurará simplemente sino que prevalecerá. Creo que es
inmortal no por ser la única criatura que tiene voz inextinguible sino porque
tiene un alma, un espíritu capaz de compasión, de sacrificio y de perseverancia.
El
deber del poeta y del escritor es escribir sobre estos atributos. Ambos tienen
el privilegio de ayudar al hombre a perseverar, exaltando su corazón,
recordándole el ánimo y el honor, la esperanza y el orgullo, la compasión, la
piedad y el sacrificio que han sido la gloria de su pasado.
La
voz del poeta no debe relatar simplemente la historia del hombre, puede
servirle de apoyo, ser una de las columnas que lo sostengan para perseverar y
prevalecer."
Quién puede traernos estas cosas? el amigo hugo toscadaray, hermanito,,,
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